El reinado de Alfonso XIII cubre el primer tercio del siglo XX. En él se intentó, por una parte, continuar y renovar la monarquía parlamentaria de la Restauración, pero, por otra parte, se enfrentó a constantes y crecientes problemas (políticos, regional, militar, social…) a los que no logró dar una solución acertada, contribuyendo, con ello, a ir minando poco a poco al propio régimen. La crisis de 1917 pudo haber servido para modernizarlo, en cambio, la solución adoptada consistente en organizar gobiernos de concentración sólo sirvió para alargar su final.